A veces,
cuando no puedo dormir,
me pongo a imaginar cómo me gustaría que fuera mi vida.
Vivir en una cabaña en el bosque,
en una casita al lado de la playa o
en un lugar que hiciera mucho frío y se quedara pegado a mi ropa ese olor característico de chimenea.
Salir a hacer surf sin tener ni idea,
tener un huertito con muchísimas verduras,
tener una granja con burros y conejos bebés, ordeñar vacas…
Vidas muy diferentes,
lugares muy distintos,
pero todos ellos con algo en común,
tu mano unida a la mía y tu pecho como almohada,
tú completandome en cualquier parte del mundo en la que pueda imaginar mi vida.